Reportaje sobre el cambio de la percepción cultural en Chile dada desde concepción de la Unidad Popular hasta la Dictadura y las consecuencias actuales en relación a Políticas Culturales.
La mañana del 11 de septiembre de 1973 no estaba destinada a ser igual que la de días anteriores, los campanazos de las 12:00 no fueron sino reemplazados por los estruendosos bombardeos a la Moneda, la Casa de Gobierno, y las últimas palabras de Salvador Allende no solo dieron paso al fin de una tradición democrática, sino, a una nueva época de opresión que apagó las miles de voces que durante la Unidad Popular levantaron sus cantos por Latinoamérica.
Era el comienzo de un quiebre en la concepción cultural de Chile, el denominado "Apagón Cultural".
Frente a las elecciones presidenciales de 1970, en Chile, bajo el gobierno de Frei Montalva se crea la Unidad Popular, coalición de partidos de izquierda y centro-derecha, que disputaría la victoria con la Democracia Cristiana y con Jorge Alessandri, candidato independiente de derecha.
La llamada "UP" se formó en 1969, en reemplazo del Frente de Acción Popular. Dentro de esta coalición encontramos el Partido Radical, Partido Socialista, Partido Comunista, el Movimiento de Acción Popular Unitario, el Partido de Izquierda Radical y la Acción Popular Independiente, además la Izquierda Cristiana y el MAPU Obrero y Campesino. También contó con el apoyo de la Central Unitaria de Trabajadores.
Su programa de gobierno estaba inspirado en el socialismo, marxismo y en el socialismo democrático, con fuertes críticas al mandato actual del Estado.
Así, en este contexto de incertidumbre electoral, se desarrolló un fuerte movimiento artístico y cultural en pro del triunfo de esta alianza. Artistas como Víctor Jara e Inti Illimani alzan cánticos populares, siendo, de esta manera, parte de la fuerza política que esperaba llegar al poder.
DESARROLLO CULTURAL ANTES Y DURANTE LA UNIDAD POPULAR
A partir de la década de los 60, el mundo vivía jornadas de agitación política y social y Chile no era la excepción. La sociedad chilena empezaba a configurarse en torno a tres proyectos sociopolíticos: el de la derecha, tecnocrática y económicamente liberal, el de la Democracia Cristiana que pretendía aspirar al comunitarismo y el de la izquierda, que buscaba el reemplazo del capitalismo por el socialismo en una vía democrática.
Así, el sistema de sentido del país se reformuló por completo, evocando las tendencias socioculturales que durante el gobierno de la Unidad Popular se establecieron. En este contexto, las manifestaciones artísticas toman una conciencia crítica marcada por la denuncia hacia los abusos a los que estaba expuesta la clase popular. Así, Violeta Parra fue una gran exponente, cuya denuncia social y política significó una nueva percepción del folklore, uniendo la música considerada nacional con los compromisos de izquierda.
De esta manera, nace el neo folklore, convergencia de lo político y musical, con figuras como Víctor Jara, Patricio Manns, Quilapayún, entre otros, los cuales van a trabajar en la campaña electoral de la izquierda. Las canciones tendrán fuertes temáticas políticas, aludiendo a un gobierno popular e inclusivo.
“Porque esta vez no se trata
De cambiar a un Presidente,
Será el pueblo quien construya
Un Chile bien diferente...
…Todos vénganse a juntar,
Tenemos la puerta abierta,
Y la Unidad Popular es para todo el que quiera.”i
(La canción del poder popular – Inti Illimani)
Es por lo mismo, que en esta época -fines de los 60, comienzos de los 70- el desarrollo cultural será muy fuerte, debido a que los artistas serán parte de la fuerza política gobernante. De este mismo modo, otras áreas de lo artístico se declararon favorables a los cambios estructurales propuestos por Allende, entre ellas, el teatro, la literatura y las artes gráficas.
Aquí, es donde encontramos el manifiesto de los cineastas chilenos. Dicho documento establecía las líneas para una cinematografía y una cultura auténticamente nacional y por consiguiente, revolucionaria.
Desde una perspectiva más social y menos profesional, en este periodo se desarrolló la Brigada Ramona Parra, creada en 1968 en honor a una militante del Partido Comunista asesinada en 1946 durante una protesta en la Plaza Bulnes.
Los primeros murales de esta Brigada partieron con la propuesta de Pablo Neruda como candidato de la Unidad Popular, pero sería con Salvador Allende cuando se expandirían a nivel nacional. Su principal objetivo era transmitir un mensaje con contenido a los transeúntes comunes y corrientes. Es por esto, que los murales se hacían en sectores estratégicos, plazas emblemáticas o comunas marginales.
En 1971, Roberto Matta en conjunto con la Brigada, pintan “El primer gol del pueblo chileno”, mural en conmemoración del primer aniversario del gobierno de Allende, pintado en la piscina pública de La Granja a un costado de la municipalidad de esta comuna.
Por otro lado, entre los 60 y hasta 1973, se desarrolló con fuerza, el fenómeno de las Peñas. Dichas reuniones existían desde hace mucho tiempo con el nombre de Chinganas, pero son los hermanos Parra quienes la instauran con mayor determinación.
A lo largo del territorio nacional, las localidades se llenan de este tipo de eventos sociales, rescatando lo típico de nuestra cultura, en donde la gente participa en lugares pequeños, cantando, recitando y comiendo por lo general empanadas acompañadas de vino navegado.
En Santiago destaca la Peña de los Parra, ubicada en la calle Carmen, pleno centro de la capital, en donde artistas como Víctor Jara o Patricio Manns serán parte de elenco estable.
Es así, como la denominada cultura popular se vio potenciada en términos sociales y políticos por el gobierno de turno del periodo, la Unidad Popular, el cual tenía preocupación por la materia, además de la coincidencia de este afloramiento cultural provocado por la contingencia nacional e internacional.
LA TRANSICIÓN: EL CAMBIO EN POLÌTICAS Y CONCEPCIÓN DE CULTURA
Es de saber común que el paso desde el gobierno de Allende hacia la Dictadura trajo grandes y notorios cambios en el sistema político de nuestro país, el cual regulaba la economía, la educación y, por supuesto, la cultura.
Desde 1920 hasta 1973 las políticas culturales en Chile se mantuvieron en base a una dinámica estatal: el Estado era el encargado de la conducción de todos los procesos, él era el responsable.
Tal como señala Anny Rivera en "Transformaciones culturales y movimiento artístico en el orden autoritario": "Desde los años 40 en adelante, es posible verificar una creciente expansión de los aparatos culturales estatales (educacional, comunicativo, etc.) tal vez como una manera de extender la dinámica de compromisos también en el ámbito cultural, garantizando el accedo a los diversos sectores involucrados en aquella a la producción y difusión pública de su visión del mundo. Asimismo, la canalización de las demandas culturales hacia el estado es otro factor -relacionado- que actúa en pro- de esta expansión estatal en el ámbito cultural"ii, además esta concepción tuvo tres rasgos fundamentales para su desarrollo:
1.- El pluralismo y la libertad de expresión, marcada totalmente por la existencia de un espacio público abierto y una legislación pública en la que se estableció una serie de derechos (a la libre expresión, a fundar medios de comunicación, a réplica, entre otros).
2.- Democratización cultural, es decir, la ampliación del acceso a los bienes culturales.
3.- Protección de lo nacional, la cual tenía como fin el fomento del desarrollo nacional de la cultura como un elemento público.
Durante la época de la Unidad Popular existía un modelo cultural basado en la posesión de los medios de producción creativa, el modelo ingeniero. "El hecho que el estado tengan medios de producción hace que la distancia entre el estado y la creatividad sea muy corta, por lo tanto la posibilidad de utilizar esto con fines políticos está presente... no hay que olvidar que los artistas formaron parte de la fuerza política"iii
Las cosas más importantes que tenía este gobierno, en el ámbito cultural, era la posesión de la Editorial Quimantú (ex Zig-zag), Chilefilms y la discográfica IRT.
"Un presidente preocupado personalmente por la cultura, le interesaba... tenía un interés personaliv". La medida número 40 de las medidas del gobierno de Salvador Allende era sobre las políticas culturales, algo que no se volvió a retomar hasta el año 2003 en nuestro país con la creación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes a manos de Ricardo Lagos, Presidente de la República de aquel entonces. Según Bárbara Negrón existen antecedentes de la creación de un Instituto de la Cultura a manos del Presidente de la Unidad Popular, por referencia de uno de sus asesores personales. Esto, junto a la creación del Museo de la Solidaridad, demuestra el interés especial en estos temas.
Sin embargo, todas estas prácticas en base al espacio cultural chileno se vieron desplazadas el mismo 11 de septiembre de 1973.
"La concepción cultural pública corresponde a la concepción que porta el nuevo bloque dominante, cuyos intereses y visiones de mundo son susceptibles de una articulación más unitaria y coherente”v
Esta concepción autoritaria de la época, estuvo a manos de una clase militar "indiferente y desconocedora, mucha más interesada en un tipo de cultura de las costumbres, lo uniformal" según señaló Negrón, ya que nunca utilizó la cultura con fines políticos, le era indiferente. Por eso, una de las mayores expresiones de esta nueva cultura es nuestro proclamado baile nacional es esa misma época: La cueca.
No es casualidad que esta danza, la cual representa la conquista de un gallo a una gallina, se nombre como símbolo patrio y los campeonatos nacionales sean en sectores extremos del país. La uniformidad en la expansión de esta, y el sentido de sus torneos marcaban una influencia territorial y el fomento de la chilenidad tradicional para nuestro pueblo.
La cultura de la opresión estuvo marcada por dos etapas, si es que es posible dividirla: Los años 70's, con los toques de queda y los exilios; y los años 80's, marcados por la censura y el aumento en la producción artística a manos de la oposición como herramienta de denuncia política, teniendo a la emblemática campaña del "No" como su mayor expresión.
Tal como nos señaló Bárbara Negrón en su entrevista: "No es que la dictadura haya tenido una política especial de que los artistas por ser artistas fueron reprimidos, si no, porque formaban parte de la fuera política-simbólica, uno de los ejemplos más emblemáticos y tan terribles como fue el caso Víctor Jara"vi, es posible explicar con esto la gran cantidad de exilios a manos de artistas durante la primera década de esta época,
Por otra parte, ya en los años 80 la censura se hace mucho más presente en la población: se realizó una intervención cultural, una intervención del contenido televisivo y se establece como ley esta práctica, la cual, al tener un comité formado en su mayoría por militares, solo podía permitir dar al público lo que ellos calificaban como tal, es decir, lo poco y nada.
Independiente de estas medidas, Augusto Pinochet tomó otro tipo de decisiones en relación a la cultura, creando comités municipales para su difusión, los cuales podemos seguir viendo en actual vigencia, como el de Providencia o Las Condes en la ciudad de Santiago.
CULTURA EN LA DICTADURA
La cultura sufrió un gran impacto desde aquel 11 de septiembre, donde las artes en general vivieron una fuerte opresión por parte de unas autoridades que no deseaban que “la población alimentara su mente con ideas comunistas que sólo traerían problemas al país”.
El régimen militar tenía una apreciación diferente en lo que se refiere a cultura. Se aceptaba aquello que no generara conflictos, debido a esto se trató de implantar en la sociedad aquellas expresiones culturales de índole tradicional, conocidas y aceptadas por el mundo.
Este giro brusco se manifestó en quién la desarrollaba, cómo y por qué se realizaba. Esto lo podemos ver cuando el régimen militar implantó una nueva cultura basada en estos modelos tradicionales internacionales, dejando de lado aquellas expresiones artísticas y/o culturales nacionales que pudieran invitar a los chilenos a formar consciencia sobre lo que pasaba aquellos momentos en el país.
A partir de 1973, se atenúa de forma considerable el tono político en las manifestaciones artísticas del país, promoviéndose actividades tal como el folclore nacional. Con el objetivo de que se rescataran los antiguos y tradicionales valores de identidad, se trató de recuperar el folclore mediante actuaciones del Ballet Folclórico Nacional (BAFONA), entre otros.
Este es el denominado período de “Apagón Cultural”, que se caracterizó porque nadie que estuviera en el país, podía cuestionar este nuevo sistema, el cual restringía de forma importante, sino total a la expresión de los artistas chilenos.
Las universidades, instituciones en donde se alcanzan grandes y variados conocimientos, fueron intervenidas en sus facultades de humanidades. Según Gaspar Donoso, alumno que perteneció a la facultad de humanidades de la Universidad de Chile entre los años 1972-1978, los cambios fueron grandes e importantes. Su facultad estuvo cerrada cerca de 11 meses, debido a que las autoridades consideraban que estas instituciones impartían carreras que no se requerían en una sociedad la cual necesitaba personas que trabajaran, no que pensaran por ella.
Los medios de comunicación, también se vieron influidos por el gobierno que estaba al mando. La televisión, revistas, la radio y los diarios fueron reprimidos de forma importante, donde se debía llevar una línea editorial acorde con lo que el gobierno les pedía.
Con el paso del tiempo, el régimen militar seguía igual de fuerte en cuanto a estas disposiciones culturales, pero en la década siguiente, con la nueva Constitución de 1980, donde vemos al Estado como subsidiario cultural. Hubo una apertura en cuanto a la creación de Casas de Cultura distribuidas a lo largo del país y los primeros Museos privados.
A finales de la década de los ochenta, presenciamos el plebiscito, el cual decidiría qué gobierno se mantendría en el manejo del país.
Dos posturas competían entre sí, con el único fin de ganar y así quedarse al mando del país por un tiempo más (caso del Sí) o gobernar por primera vez, luego de tantos años (caso del No).
La publicidad, jugó un papel clave, puesto que era una forma directa de influir en los ciudadanos. Hubo una clara distinción entre las dos franjas, donde la franja del “No”, era una franja superior en contenido, mensaje y producción a la del “Si”, además de ser mucho más colorida y alegre. Canciones como “la alegría ya viene” son consideradas como pegajosas y bastante motivadoras.
A pesar que la campaña del “Si”, trató de establecer una buena relación con los ciudadanos, mostrando una imagen afable y amistosa del General Augusto Pinochet, la franja del “No”, la contrastó al exhibir las violaciones a los derechos humanos, lo que enseguida le quitaba puntos a la campaña del gobierno.
Finalmente, en octubre de 1988, la campaña del sí gana el plebiscito y debe entregar el mando a este nuevo gobierno, el cual será dirigido por Patricio Aylwin.
LA CULTURA DE LA OPRESIÓN
La mañana del día martes 11 de sptiembre significó muchas cosas, entre una de ellas, un quiebre cultural en nuestro país, un “apagón cultural”. Bárbara Negrón, Directora General de la UNA, nos dice que este apagón cultural, que duró más o menos, entre 1973 hasta fines de esa década fue por la represión política, que de forma equívoca se dice que la dictadura militar censuraba a la cultura. Más bien, nuestro país se vio afectado culturalmente debido a que los artistas eran parte de la fuerza política opositora y eran perseguidos por cuestiones ideológicas y no por el hecho de contribuir a la cultura en sí, y que posterior a eso “el poco desarrollo cultural, en temáticas presupuestarias y de fomento se debió principalmente a una clase militar inculta, despreocupada y que no poseía interés por lo cultural”
Es así como grandes íconos de la cultura popular se vieron afectados por ese fatal suceso en términos sociales. Patricio Manns fue exiliado, junto a Isabel Parra, Quilapayún, Inti Illimani, Héctor Pavez. Ángel Parra fue detenido, torturado y exiliado, Tito Fernández detenido, Víctor Jara fue detenido desde la Universidad Técnica del Estado, torturado y asesinado.
También, la tradición muralista se vio perjudicada. Una de las primeras mediadas tomadas por Augusto Pinochet, fue mandar a destruir todo elemento que hiciera alusión al comunismo y la Brigada Ramona Parra no fue la excepción, ya que era parte del Partido Comunista y sus integrantes fueron perseguidos y los murales fueron tapados, como por ejemplo “El primer gol de los chilenos” que fue tapado con una gruesa capa de pintura que luego, recién en 2005 sería redescubierto.
Con los bombardeos a La Moneda y con los militares en las calles, las Peñas de los Parra y la Peña de Chile Ríe y Canta fueron clausuradas. Tras esto, las peñas siguieron desarrollándose con un carácter clandestino. Hacia 1975 había un par de ellas en Santiago y Valparaíso y con el avance hacia los años 80, las peñas toman un carácter solidario, para recaudar fondos para realizar ollas comunes, producto de la crisis económica.
Por otro lado, decisiones proveniente del interior de La Moneda regulan la programación televisiva y determinan un horario para la transmisión de temáticas culturales y también es importante señalar la creación del Teatro Itinerante, en donde muchos actores de izquierda empezaron a trabajar.
Durante los 17 años de régimen militar, la sociedad estuvo divida por cuestiones ideológicas y a su vez la cultura sufrió un quiebre innegable, debido a que sus mayores exponentes fueron perseguidos y torturados y la mayoría exiliados, dado que representaban ideas opuestas a lo oficialmente establecido en dicho periodo. A su vez, en términos políticos el desarrollo cultural fue aminorado por temáticas económicas en contraste del fuerte apogeo que presentó la cultura en tiempos pasados, específicamente en la Unidad Popular.
A finales del régimen autoritario, los artistas tuvieron mayor preponderancia en la sociedad, por la activa participación, ya sea en el desarrollo y y difusión de la campaña del NO para el fin de este sistema político poco representativo para muchos sectores y optar por un sistema democrático.
Cultura en el exilio
Luego del golpe militar, la vida de los chilenos cambió notablemente. A pesar de que un número importante continuó con su vida sin mayores alteraciones, algunos vivieron en carne propia el castigo por tener ciertos pensamientos o ideales, siendo estos chilenos castigados de diferentes formas.
Una de ellas, es el exilio. En el extranjero, y a pesar de la lejanía de sus familiares, los exiliados contribuyeron de una forma muy importante a la cultura tanto en el plano nacional como en el internacional.
La Araucaria de Chile, es un claro ejemplo de esto. La revista que estuvo inicialmente radicada en París, y más tarde en Madrid, fue el espacio perfecto para que destacados artistas, escritores e intelectuales exiliados de chile y Latinoamérica, los cuales anhelaban convertirse en una voz potente, fueran escuchados en todos los rincones del globo.
“Araucaria de Chile no sólo permitió dar continuidad al desarrollo cultural en el exilio, sino que mantuvo un vínculo constante con las expresiones desarrolladas en Chile en ámbitos tan variados como la historia, la poesía, la literatura, la música y la plástica, que tuvieron permanentemente un espacio en la revista a través de sus portadas.”vii
Gaspar Donoso, es un ejemplo viviente de lo que se vivió en el exilio. Aunque ya lleva más de veinte años en el país, recuerda como si hubiera sido ayer el momento en el que lo deja para refugiarse por dos años en Madrid. “Fue un período sumamente tenso y complicado, no sólo para uno, sino que también para toda la familia que uno deja acá. Esa sensación de dejar todo para comenzar una nueva vida allá, es inimaginable. Espero que nunca más tenga que vivirlo, el sólo recordarlo…es traumante”viii.
Grupos importantes de música, hicieron carrera en el extranjero. Como ejemplo encontramos al grupo nacional Quilapayún, Estos músicos dedicaron un tiempo importante a formar parte de actos de solidaridad, inclusive donando dinero que provenía de sus conciertos en Europa, para destinar fondos a músicos chilenos que seguían bajo el régimen militar.
En cuanto a la poesía en el exilio, encontramos rastros de dolor, rabia y angustia, donde los artistas nos mostraban sus emociones y sentimientos a través de las palabras. Poetas como Waldo Rojas o Alfonso Alcalde nos dejan en claro cómo se angustiaban día a día los exiliados, sin saber de sus familiares y/o amigos, donde todo quedó en Chile.
En la literatura también encontramos testimonios desde el extranjero, donde distintos autores a través de sus escritos nos muestran qué es lo que se vivía en aquel periodo. En Una especie de memoria, de Fernando Alegría podemos ver la nostalgia que se sentía en aquellos tiempos, y cómo se adoptaba una posición de profunda reflexión sobre lo que pasaba en el país.
Las Políticas Culturales en el renacer de la democracia.
Con la vuelta de la democracia se esperaba un fuerte acercamiento al dejo cultural que se produjo durante el mando de Augusto Pinochet. Pero, al igual como señala Negrón,"Faltó una voluntad política de la concertación", ya que no fue hasta el 2003, con la creación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, cuando se le toma el gran peso a este tema.
De todas formas es necesario dejar en claro que a partir del gobierno de Patricio Aylwin hasta la actualidad se ha avanzado se forma considerable en contraste a los 17 años pasados. Cabe señalar la creación del Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (Fondart) a comienzos de los 90 y la progresivo, pero paulatino aumento presupuestario en temáticas culturales.
Pese a la existencia del Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes, lo cual significa un gran progreso para nuestro país y para la institucionalidad cultural, está la disyuntiva entre Consejo y Ministerio. Algunos son de la idea de seguir avanzando hacia un Ministerio de la Cultura, dado que el que preside el órgano actual posee desventajas administrativas con sus pares de otras carteras.
Con respecto a lo anterior Bárbara Negrón señala que la existencia del CNCA es una alternativa frente al Ministerio y no algo inferior, ya que ambas instituciones tienen ventajas y desventajas. "El Consejo es más participativo y democrático, pese a ello tiene grandes dificultades de dirección, mientras que un Ministerio puede ser más burocrático, pero se pueden elaborar leyes desde su interior. Esta disyuntiva a mi parecer no tiene mayor importancia, sino que la importancia recae en el tema de políticas publicas. Para que nuestro país avance hacia un Ministerio, tienen que pasar muchas cosas..."
En síntesis solo queda señalar una cosa: No es que no haya cultura en esta época, sino que es una cultura diferente a la vista años atrás.
i Extracto "La canción del Poder Popular" (1974) - Inti Illimani
ii Rivera, A. (1983). Transformaciones culturales y movimiento artítico en el orden autoritario, pág. 5. Chile: Editorial Ceneca.
iii Extracto entrevista a Bárbara Negrón, Directora Ejecutiva UNA. Enero 2012
iv Extracto entrevista a Bárbara Negrón, Directora Ejecutiva UNA. Enero 2012
v ivera, A. (1983). Transformaciones culturales y movimiento artítico en el orden autoritario, pág. 31. Chile: Editorial Ceneca.
vi Extracto entrevista a Bárbara Negrón, Directora Ejecutiva UNA. Enero 2012
vii MemoriaChilena(2012) Rescatado de www.memoriachilena.cl Enero, 2012
viii Extracto entrevista a Gaspar Donoso, Profesor de Historia y exiliado chileno. Enero, 2012
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